8.8.06

Crónica de castas VIII

2. España Una, Grande y Libre.

Nuestro padre mítico, Cortés, viene de una España que, paradójicamente, se debe en mucho a una mujer: Isabel I de Castilla. No es raro en una sociedad cuya religión dice que cree en el Padre y el Hijo pero le construye más templos a la madre.
Isabel La Católica no es una estación de metro, como muchos chilangos creen, es el cónclave de la idea de unidad de España. De entrada ya su propio nacimeinto y matrimonio la ponen como elemento básico para la unidad de reinos, casada con Fernando, se logran unir los reinos de Castilla y León. Luego de eso, Doña Isabel se da a la tarea de hacer de España una potencia católica: expulsa a los moros de Granada, persigue a los judíos, en su reinado se crea la Inquisición, y financía las expediciones de Colón. Media hija de puta, pero gran estadista, sin duda.
La velocidad con que España se expande no tiene nada que envidiar al acelerado crecimiento azteca, del nacimiento de Isabel (1451) al imperio global español donde "nunca se pone el sol"(1533) , no media ni un siglo... esto también tiene costos: y salió caro, el crecimiento fue tan rápido, que no supieron ni pudieron administrar el mundo, y luego de tenerlo todo, se quedaron con apenas el territorio que les conocemos ahora. Per eso, también ya es otra historia.
Y aquí tenemos la primera coincidencia con los aztecas, mientras España aparentemente muy dividida, camina con una idea de unidad y expansión, nuestros aguerridos aztecas, aparentemente unidos, estaban en verdad profundamente divididos.

Esta idea de unidad y expansión iba de la mano con la religión, la lucha contra los infieles, y La Reconquista de España. Esta "reconquista", que no era reconquista, sino mas bien mandar fuera a todo el que no se persinara, determinó la manera de pensar del español con respecto a su relación con los otros pueblos. Las guerras de reconquista eran como todas las guerras medievales: basadas en la expulsión y el saqueo, es decir, eran guerras abiertamente gandallas. Se llegaba a los dominios de alguien que no fuera cristiano y en el Santo nombre de Dios, se le cortaban la cabeza, se le quitaban sus tierras y si sobrevivía alguien, se le bautizaba y se hacía sirviente, con la amenza de que si dejaba de abrazar a Cristo se le despellejaba vivo: al final iba uno corriendo a la Iglesia a que le perdonara todo pecado y si se podía, a que lo hicieran Santo. Esa fue, basicamente, la estrategia de expuslión de moros del sur de España por ahí de 1492... año en que Colón descubre América.

¡No podía estar más claro!
Fray Gerónimo de Mendieta escribe:

"parece que escogió Dios por... caudillos á nuestros Reyes Católicos; y así vemos que... desterraron totalmente... de España los ritos y ceremonias de la ley vieja [el Antiguo Testamento: los judíos, pues]... y luego tras esto alanzaron [léase "expulsaron]... [a] los moros... de Granada... de manera que limpiaron á toda España de la espurcicia con que de tantos años atrás con estas dos sectas estaba contaminada, en deshonor y ofensa de nuestra religión cristiana. Y... por este santísimo celo y heroica hazaña... merecieron lo que... les puso Dios en sus manos la conquista y conversión de infinidad de gentes idólatras, y de tan remotas y incógnitas regiones, que más parece haber sido divinalmente otorgada, que casualmente ofrecida"

Para los españoles, el nuevo continente no era una colonia, no era un descubrimiento, ni una conquista, ni siquiera una franquicia... era ni mas ni menos que El premio que Dios les había dado. De ahí viene la idea de las "encomiendas", por eso, las propiedades otorgadas a los españoles eran "encomiendas" de dios y el rey.

A partir de esta sensación de "regalo de Dios" se dividen las opiniones: mientras unos españoles decían: ¡Si Dios nos lo ha rgalao, coño! ¡Partídles el culo!, otros apelaban a la fábula de los tres hermanos y decían: ¡Porque Dios nos los ha regalado, es nuestro deber preservarlo!... y en esa jerigozna se jugó la "conquista". Y así como hubo quienes llegaron cortando cuellos hubo otros que querían integrar a toda esta pobre indiada. Pero como sea, en uno u otro caso, el indio nunca fue visto como un igual. O era una bestia digna de ser azotada, o un niño espiritual... también digno de ser azotado, pero mas bien requerido por la pedagogía de la época que se parecía mucho al código penal. Mendieta escribe:

...esta simplicidad santa... y sinceridad que tienen los niños... se hallaban en los indios, era esta... falta de malicia, por do eran fáciles para ser engañados... Empero... digo que hemos hallado muchos indios y indias, en especial viejos y viejas, y más de ellas que de ellos, de tanta simplicidad y pureza de alma, que no saben pecar...

Y así como estas hay varias frases en su Historia Eclesiástica Indiana, donde se ve que los indios, en el mejor de los casos, eran vistos como niños salvajes, nunca como iguales. No es de extrañar, actualemente que las clases dirigentes, herederas de los criollos, vean a las castas inferiores como niños a los que hay que regañar, castigar, disciplinar, e incluso explotar, pero nunca educar... a fin de cuentas no son sus niños... pero eso... eso es otro cuento.

Volvemos al tema:
La mentalidad de cruzado medieval cazó al pedo con la mentalidad de guerrero florido precortesiano. Llegaban y proclamaban la tierra como suya, el indio decía: tiene derecho, es el ganador, puede poner a su dios, lo adoraremos y encima pueden pedir tributo. Los españoles veían eso y no podían menos que pensar que era todo producto de su natural superioridad evidente a los infieles... ¡y rájale!
Cuando los españoles no se fueron, se quedaron, y no sacrificaron a los presos, sino que los esclavizaron, y no solo pusieron sus cruces y sus dioses, sino que encima derribaron los ajenos, ahí los indios dijeron:
¡Momento, como que esto ya no va!

... So, too late, my friend!


3 comments:

Hilus Anendorf said...

Te faltó decir que también mandó a la goma a los judíos (y que es coautora de la canción "Los hermanos Pinzones")...

Edgar Clement said...

Sí, mi flaco, allá arriba digo que persiguió a los judíos.

Hilus Anendorf said...

Mais oui, monsieur croissantero Clément, pero no sólo los persiguió, sino que los expulsó del país. Salut.